27/11/09

Aquel Agosto de 1972, cuando nació la Ciudad Sanitaria


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Hace escasamente seis meses, querido director, cayó en mis manos un recorte de una revista científica norteamericana que hacía una importante reseña del complejo Hospitalario “Juan Canalejo” de nuestra ciudad. Así lo llamaba, pues en el país del rodeo, la NBA, la NASA, la CIA, la estatua de la Libertad. Manhattan…, no entienden de estas chorradas tan españolas de vestir a un santo para desvestir a otro, en este caso con la malhadada ley de la ¿memoria?, solo de Zapatero y sus secuaces, ¿histórica?, como si la historia tuviese leyes a las que a tenerse. Eso demuestra a las claras la catadura moral de semejante individuo que nos desgobierna. Hablaba, volviendo al tema, de la gran labor que realiza diariamente el centro sanitario coruñés, sobretodo en lo concerniente a trasplantes, donde un gran equipo de profesionales desarrolla su labor para elevar y mejorar la calidad y la esperanza de vida. Pioneros en diversos campos de la medicina e investigación, la publicación yanqui finalizaba su información diciendo que la ciudad sanitaria es un orgullo para España y en concreto para la Coruña y los Coruñeses.

Hagamos trabajar un poco a nuestra imaginación y viajemos a través del túnel del tiempo para situarnos en aquel agosto de 1972 en que la Ciudad Sanitaria iba a ser una palpable realidad.

Agosto es en La Coruña el mes por antonomasia. Atrás quedaron las fiestas del Carmen y las hogueras de San Juan, que ese año, proclamaban en el Paraninfo del Instituto Eusebio Da Guarda de la Plaza de Pontevedra, entre guardias de honor de la época de Carlos I, poemas, marcha militar de Shubert, flores, pregón a cargo del escritor Paco de la Colina y jóvenes directivos ataviados de smoking, a Rocío Prada Lens, una guapísima “brujita a dos colores”,-así la definió la prensa local debido a que el traje de noche que llevaba para la ocasión era blanco con un chal negro- como tercera Meiga Mayor de las Hogueras de San Juan, una fiesta que había irrumpido en nuestra ciudad, como un soplo de aire fresco, para salvaguardar la ancestral Noche de San Juan, que ante el crecimiento desmesurado de la ciudad, corría serio de peligro de desaparecer para siempre. Es curioso que Rocío ha sido la única Meiga Mayor hasta la fecha que fue proclamada con vestido blanco. Todas las demás, han lucido siempre vestidos de noche en color negro.

El verano por tanto se encuentra en su punto álgido y las fiestas de María Pita marcan de forma indeleble esas jornadas del calendario anual. 1972 no podía ser de otra forma. La Coruña lucía sus mejores galas con motivo de la estancia estival del Jefe del Estado, Generalísimo Franco en las incomparables Torres de Meirás. Durante numerosos días, la ciudad de cristal, se convertía en la capital fáctica de la Nación. Calles engalanadas con banderas Nacionales, hoteles a rebosar y un sin fin de ministros, subsecretarios, directores generales, miembros del regimiento de la Guardia de su Excelencia, amén de determinados personajes que venían a solicitar o demandar de los poderes gubernamentales, algún favor o prebenda.

En el relleno se iniciaban las fiestas con la actuación de unos de los conjuntos de moda: “Los Pequenikes”. El grupo madrileño era, junto a Nino Bravo con “Un beso y una Flor”; Los Diablos con su “Oh July” y Fórmula V con “Vacaciones de verano”, los que comandaban las listas de superventas.

El Alcalde, José Pérez Ardá, acompañado de su corporación, recorría nuevamente las calles, entre maceros, heraldos y Guardia de Gala, para renovar el voto de la ciudad a su Patrona, la Virgen del Rosario. Las tascas de la Estrella y Olmos eran un ir y venir de gentes que degustaban tazas del ribeiro y el incomparable marisco de nuestras costas. El deporte fue ese año uno de los grandes protagonistas en nuestra querida ciudad. España se proclamaba Campeona del mundo de Hockey sobre Patines al derrotar por 4-0 a su rival de siempre, Portugal, en una noche inolvidable vivida en el palacio de Deportes que acababa de inaugurarse. Astillero de Santander se llevaba la regata de Traineras y conquistaba en propiedad la Copa del Generalísimo. Nuestro querido Deportivo también era noticia por diversos motivos: Manolete era traspasado al Valencia por la astronómica cantidad para aquellas fechas, de siete millones de pesetas. Lejos quedaban todavía los cuatro mil millones que se pagaron por Rivaldo y por Flavio. En el Trofeo conde de FENOSA, el Depor, caía ante el Eintrach alemán por 1-0. Sin embargo y a pesar de la derrota, un logro importante venía a marcar la vida de nuestro Real club ya que se inauguraban los nuevos locales de la Plaza de Pontevedra que sustituían a los de la Plaza de Santa Catalina, gracias a la labor infatigable del recordado y buen amigo, Antonio González que por aquellos años capitaneaba y presidía la nave blanquiazul.

El Imperator vencía al Español de Santa Lucía por 3-1 y se hacía con la Copa de La Coruña de fútbol modesto. Ese fútbol aficionado coruñés celebraba con alegría las bodas de oro de uno de sus clubes más emblemáticos, la S.D. Sin Querer de San Roque. Moncho Casal, “Papillón “Pardo de Andrade, Figueroa y el simpar Pirulo Iglesias obtenían resonantes triunfos en el torneo de Motonáutica, organizado por el Sporting club Casino y ante la atenta mirada del Caudillo Franco. Mientras, la Brigada Paracaidista, realizaba una exhibición de saltos en el cielo coruñés. Uno de los organizadores el dilecto amigo, el comandante Vizcaíno, contribuyó a que dicho evento fuese un completo éxito a pesar de que un “paraca”, resultó herido grave al salirse de la zona de saltos e ir a parar a un tejado de una casa del barrio de la pescadería.

La Travista, Turandot, entre otras, llenaban el Teatro Colón en el XX festival de amigos de la ópera. El hotel Finisterre servía de marco para la cena-homenaje al recordado periodista deportivo, Enrique Mariñas, donde el Ministro de Trabajo, Licinio de la Fuente, le imponía la medalla al mérito en el trabajo. La conocida cafetería Manhattan Plaza, abría sus puertas en la plaza de Pontevedra con la asistencia de lo más selecto del “jet” herculina.

El cine Riazor proyectaba entre otras “la Luz del Fin del mundo”; el Goya “Chisum” de John Wayne y en el Equitativa, dominios del inefable corneta y gran deportivista, Ramón Chousa,-quien por cierto, aquel verano, nos puso unas cuantas ocasiones de patitas en la calle a mi pandilla y a un servidor-, “el gran Gorila”.

Las sociedades no se quedaban rezagadas. El Casino organizaba un baile en el hotel Finisterre, -pues estaba construyendo su nueva sede social-, en honor a los participantes en el gran premio de Motonáutica, amenizado por las orquestas “Atlántida” y “Tabaquito y su Combo”. El club del Mar también celebraba una resonante verbena con al orquesta “Los Platinos”. El concurso Hípico internacional constituía un resonante éxito y marcaba el cenit de las actividades veraniegas de la querida sociedad cívico-militar. Rafael Salgado Torres, presidente del Aero club, nombraba presidente de honor de la entidad al ministro del Aire, Julio Salvador y Díaz Benjumea e imponía la insignia de oro a su inolvidable hermano, Enrique, director general, entonces, del Ministerio de la Vivienda con quien La Coruña, sigue teniendo una deuda histórica de gratitud.

Las peñas “O Leonardo” y “Cereixo”, entregaban al Asilo de Ancianos, setenta mil pesetas y los ex residentes de Norteamérica celebraban una comida benéfica en la Cocina Económica, ante la atenta mirada de Fernando Suárez.

La noche no tenía desperdicio; en el “Whisky club”, las parejas bailaban al son de boleros. Enfrente, en mis queridas “Gabeiras” del Hotel Atlántico, se escenificaba a cargo de la compañía Arístides, el Café-Teatro, “Tres cosas, tres ideas” original de José Luís Santos Lago. Carlos, el Bohemio, en su taberna de Orillamar, a ciento dos metros justos del cementerio, hacía las delicias del respetable con sus esperpénticos conjuros y sus magnificas tortillas de queso. Y para ambientes más excitantes, la sala de fiestas “Marux” en la calle Asturias, presentaba a la vedette Lola Montes muy ligera de ropa.

Los Príncipes de España, visitaban a Franco en Meirás y el Consejo de Ministros, celebrado en el Pazo, adoptaba entre otros acuerdos el de crear los colegios universitarios de Galicia; la construcción de la estación de autobuses de La Coruña y nombraba Capitán General de Galicia al Teniente General Carlos Fernández Vallespín.

Nuestro Ayuntamiento aprobaba los planes parciales de los Puentes y Palavea y las calles Santiago Gómez y el tramo Riazor-Orzán, iban a ser pronto realidad. Finalizaba igualmente el acondicionamiento del vertedero de Bens que entraría inmediatamente en funcionamiento.

Franco cenaba en el Ayuntamiento, estampaba su firma en el libro de honor y presenciaba una magna sesión de fuegos de artificio.

Era en suma la vida coruñesa de aquel ya lejano verano de 1972, cuando un 21 de agosto, el Caudillo, inauguraba la Casa del Mar y la Ciudad sanitaria “Juan Canalejo”. Acompañado por el Ministro de Trabajo y de numerosas autoridades, minutos antes de las doce, Monseñor Cerviño, Obispo Auxiliar de Santiago, bendecía las instalaciones, que Franco recorrió por espacio de algo más de una hora. Firmó en el libro de honor y sobre la 13,15 fue despedido en la puerta, -donde le esperaba sus espectacular escolta motorizada-, por el director del centro doctor Armenio Alves.

Mucho ha llovido desde entonces, pero por el complejo hospitalario de las Jubias, se llame como se llame, parece que no han pasado los años, muy al contrario, se ha rejuvenecido con nuevas ampliaciones y se encuentra a la cabeza de la red asistencial española y en el se llevan a cabo toda una serie de actos médicos, desde simples curas a complejas intervenciones. ¿Quién nos iba a decir que a las puertas de nuestras casas, nos podríamos operar a corazón abierto o trasplantar cualquier tipo de órgano?

Se lo debemos al trabajo serio y denodado de un nutrido grupo de hombres y mujeres que merecen, sin ningún tipo de dudas, la admiración y el cariño de sus paisanos.



Calin Fernández Barallobre

23/11/09

Deportivo Atlético de Madrid.


Gran despliegue físico del Deportivo en el partido contra el At. Madrid. Resultado justo, 2-1 a favor del Depor que quizá no debió esperar al minuto 93 para solventar el partido.

Parte del triunfo tenemos que agradecérselo al entrenador del At. Madrid, Quique Sanchez Flores, tan caro que está el gol y nos trae a La Coruña de excursión a Forlán, después de meterse entre pecho y espalda 28.000 Km tras la eliminatoria de Uruguay y no lo pone ni un minuto.

Yo creo que puede ser debido a que la última semana Quique sufrió y tuvo que padecer la Gripe A y eso lo dejó sin memoria, ya que el cese de su antecesor en el banquillo Abel vino motivado tambien porque en uno de los partidos de la liguilla de Champions dejó en el banquillo al Kun Agüero y Forlán y perdió el partido y el puesto.

Y lo que no acabo de entender es por qué los jugadores del Real Madrid o Barcelona juegan a la semana siguiente a competiciones europeas y a los del At. de Madrid hay que darles descanso.

Aquí, Lassad se fue a jugar con su selección y el mismo Guardado se fue a México para la presentación de la camiseta de su selección y en el partido contra el At. Madrid fue de los mejores.

Ahora entiendo por qué el niño, le preguntaba a su papa ¿POR QUÉ SOMOS DEL ATLETICO?

Lo bueno es que nuestro Depor, sigue en puestos UEFA y ya no es el equipo ¡¡Sorpresa!!

Fernando Blanco.

13/11/09

LOS MOTEROS CORUÑESES.





LOS MOTEROS CORUÑESES.

Tengo que decirte, querido director del blog "El Balcón de Marineda", que el pasado domingo sentí una profunda emoción al ver a tres pilotos españoles ganar en las tres categorías del gran premio de Valencia de motociclismo. Julián Simón, Héctor Barberá y Dani Pedrosa, unidos a Jorge Lorenzo y Nico Terol han sido la magnifica apuesta española en esta temporada que termina. Emoción y nostalgia. Por un momento mi mente se transportó al inolvidable circuito urbano de Riazor, -por edad no conocí el de los Cantones-, donde se corrían unas emocionantes pruebas de velocidad. Nombres como Ignacio Bultó; Salvador Cañellas; Santi Herreros o el campeonísimo Ángel Nieto hicieron disfrutar a miles y miles de coruñeses que verano tras verano nos dábamos cita en los aledaños del estadio de Riazor, cuando aún mantenía aquella preciosa portada de grandes columnas y que en 1970 fue sustituida por el actual palacio de Deportes.

Muchos eran los coruñeses apasionados a la velocidad de las dos ruedas. Y entre ellos Emilio Martínez Lesta, vencedor en el circuito urbano de los Cantones; los hermanos Galán; Armando Fojón; Palacios;Julio Canedo; Botana; Pequecho Ramallo, o Julito Rodríguez Haz, entrañable compañero de colegio al que conocíamos con el sobrenombre de Porto.

Y que decir del Trial. También había un notable grupo de coruñeses apasionados por esa especialidad que combina destreza, fuerza, equilibrio y potencia. Cuanto he admirado a los Galán; hermanos Méndez; Fernando Ponte; Fernando Blanquet; el desaparecido y gran amigo Alfredo Malde; el bueno de Luís Rey “El Greco”; Enrique Marfany; Carlos Blanquet; Parga; Moncho Ceide; Manel Mantiñán;los hermanos Figueroa; los Barrón; Miguelito Parrondo;el ínclito Alfredo Cobas... Que me perdonen los olvidados.


A principios de los años setenta, para cronometrar una prueba valedera para el campeonato de España, se desplazó desde Madrid hasta nuestra ciudad, el querido José Luís Aparicio “Apa”. Tanto le gustó nuestra ciudad al de Chamberí, que se quedó en ella para siempre. Si hasta mis entrañables y veteranos amigos Gonzalo Figueroa y Pirulo Iglesias también fueron arte y parte en el mundo de las motos.

El Moto club Coruña, primero en el Café Torino, posteriormente en la Plaza de Pontevedra y luego en un magnifico primer piso de la calle Arzobispo Lago. O el entrañable Vespa club de la Plaza del Maestro Mateo, dominios del inefable Caamaño que regentaba el bar. ¡Que recuerdos!

Y que decir de los presidentes, Mitchell Thomson; el mencionado Marfany; Martorell o mi querido Pedro Méndez Zas, acompañado por su bella esposa Minuca, otra piedra angular del motociclismo coruñés.

Y es que los moteros son una gente magnifica, solidaria, amigos de sus amigos. Da gusto verlos cuando se desplazan a presenciar grandes premios por toda la geografía Patria. O cuando los tenemos en verano, aquí en La Coruña, durante un fin de semana de agosto. Una de los hechos de lo que más orgulloso estoy, como director del programa de Hogueras, es contar cada noche del 23 de junio con un sinfín de moteros, cada edición más, coordinados esta vez por César Vizoso y Manolo Corral, para que acompañen por el paseo marítimo a jóvenes atletas que por medio de relevos acercan el fuego de San Juan desde la Iglesia de la Orden Tercera hasta el lugar del paseo marítimo de Riazor, donde se encuentra instalada la falla sanjuanera, para que la Meiga Mayor de las Hogueras, consume el rito anual del fuego ante más de cien mil personas. Buena gente, estos moteros. ¡Que Dios os bendiga!

Calin Fernández Barallobre

10/11/09

PASIÓN DE PADRE‏


Empezaré mi comentario en el día de hoy, hablando de la ciudad española de GETAFE. Decir que está a 13 Km de Madrid en la zona Sur y es uno de los municipios más importantes e industrializados del área metropolitana de Madrid.

La importancia de ésta localidad proviene también de su base áerea militar, una de las más antiguas de España, y de la Universidad Carlos III cuyo Rectorado se halla en la ciudad.

Pero lo que no describe la Wikipedia, es de dónde procede el nombre de GETAFE. Y yo, después de ver y analizar el partido de liga disputado el pasado sábado día 7 entre el GETAFE y el DEPORTIVO, cuyo resultado fue favorable al Deportivo por 0 - 2 con goles de Mista y Filipe, como todo el mundo sabe, tras finalizar el partido el Deportivo con 9 jugadores por expulsión de Riki y de Sergio y el entrenador en la grada, me pregunto:

Cómo se puede alinear a tu propio hijo desde el minuto inicial en el conjunto del Getafe, dejar en el banquillo a gente importante y con mucha experiencia y efectuar los 3 cambios con 10.000 espectadores pidiendo a gritos que retires a tu hijo del campo y te mantengas en tus trece sabiendo que el chico no es Messi ni Villa ni Silva.

Desde luego deja en mal lugar la profesión del Entrenador. El chico puede que progrese, pero el padre no.

De ahí mí comentario de que ya en la Wikipedia, pueden añadir GETA de Getafe.

Fernando Blanco

2/11/09

Aquella Avenida de la Marina de los setenta.




Aquella Avenida de la Marina de los setenta. De la huelga de Hostelería a los Campeonatos de Petanca




La avenida de la Marina ha sido, es y será una de las imágenes más conocidas y exportadas de nuestra querida ciudad. Sus acristaladas galerías han sido cantadas por infinidad de escritores y poetas y es uno de los lugares que más gusta al coruñés, ya que su orientación, al abrigo de los vientos y de cara al sol, hace de esta avenida, sobretodo en primavera y verano, un espacio para descansar, charlar o tomarse alguna consumición, plácidamente, en alguna de las numerosas cafeterías que la jalonan.

Quien no recuerda aquellos años sesenta y setenta en que los soportales de esta coruñesísima y marinera calle, se llenaban a diario de cientos y cientos de personas que disfrutaban de los locales abiertos al efecto y que habían sustituido a las consignatarias de buques que allí tuvieron sus reales y que sirvieron como marco a muchísimas escenas de aquella deliciosa película “Camarote de lujo” rodada íntegramente en nuestra ciudad en los años cincuenta.

Los Porches y el Saloon, más conocido con “El Indio”, debido a que una gran figura de un piel roja en madera, vigilaba de forma altiva la puerta del establecimiento propiedad de los hermanos Castiñeiras y de Miguel San Claudio; El Triana, del antiguo jugador de fútbol del mismo apellido y componente de aquel legendario Deportivo que eliminó al todopoderoso Real Madrid de la Copa del Rey en 1932; el Lumar de Luís Martínez y su encantadora esposa, vecina por cierto de mi querida e inolvidable calle de Fernando Macias y madre del tristemente desaparecido Chiqui. Más tarde abrirían sus puertas el S-11 y el Picadilly del también desaparecido Lucho Regueira. Y entre ellos, el Capri.

Tengo que decir que el Capri fue para mí, unos de los lugares más encantadores de mi juventud. Allí y por espacio de cuatro años, hasta su cierre en 1978,- para convertirse en lo que es hoy, uno de los establecimientos punteros de la cadena Gasthof-, pasé horas deliciosas e inolvidables. Ya lo recordaba de niño cuando acompañando a mis padres, íbamos a tomar pinchos morunos que lo preparaba, por la parte del establecimiento que da a Riego de Agua, un moro llamado Hassan y que se tocaba la cabeza con un vistoso Tarbuz rojo. Después volví a los diecisiete años con mi pandilla de amigos y amigas; romances juveniles; declaraciones de amor eterno; besos a escondidas; inquietudes políticas; las Hogueras de San Juan; los partidos del fútbol que presenciábamos los domingos en la televisión de la cafetería. De aquellas fechas surgió una profunda amistad con el dueño del Capri, Luís Núñez Regueira. Luís había trabajado con padre, cuando mi recordado progenitor, el bueno de Marcelino, aún soltero, ejerció de hostelero. Hijo del gran Satanela, uno de los más importantes representantes de orquestas que tuvo nuestra ciudad, Luís y su recordada esposa María, hacían del Capri un lugar alegre, familiar, curioso y variopinto. Entre sus clientes el recordado Chano Yordi que prácticamente acudía todos los días a media tarde a tomarse una copa; Chema Velasco, gran atleta y uno de los contados coruñeses que tuvieron el honor de llevar sobre sus hombros el féretro de José Antonio Primo de Rivera, de Alicante al Escorial, una vez terminada la guerra civil; Manolo Ricoy, sempiterno delegado del Fabril; el brigada más guapo de la guarnición, “eran sus palabras”, el amigo Castiñeiras; Julito Prieto y Toñito De Diego, dos personajes entrañables y singulares de aquella Coruña apasionante, Paco Ferreiro “el de FENOSA", que alternaba el Capri con el Saloon, cuando acompañado por Jai, entonaba alguno de sus conocidos boleros;Manolo, el rizos que vivía de las mujeres; Eduardo, un zapatero de Juan Florez, jorobado, más salado que las pesetas y más chulo que un ocho; la pandilla de Manolo Santacruz; coruñeses de toda condición; alguna que otra joven de vida alegre que trabajaba en la vecina calle de la Florida y pandillas de chicos y chicas, como la nuestra, que todas las tardes daban un aire de frescura al establecimiento.

Entre sus empleados destacaban. Pepe Rivadulla y Harry, camareros de sala, así como Manolo, que hoy está en el restaurante del Corte Inglés y Pepe Carnota, un magnifico profesional pero un tanto despistado que según le diese, le endosaba una tapa de callos a un cliente que había pedido un café y o le largaba una magdalena al que había pedido un vino. Y con todo ellos, el querido Fernando, el limpiabotas, abuelo de mis buenos amigos, Nanchi e Isabel.

Dos acontecimientos quedarán por siempre en mi retina. La huelga de hostelería del verano de 1977, en que los clientes, ante la falta de camareros, declarados en huelga, ayudaron a abrir la cafetería todos los días. Era jocoso ver a mi amigo Joe Romero y a Eduardo, el zapatero, hacer labores de camareros. Era tanto el celo que ponían en su función que a la hora de recoger los vasos vacíos de las mesas de la terraza, se llevaban también los de las cafeterías limítrofes. O cuando ya se iba a cerra el local, se ponía Eduardo en el dintel de la puerta, con su cuerpecito pequeño y su “Mochilita natural en la espalda” y te espetaba en la cara: “Esto se cierra y aquí no pasa ni Dios”. Harry, el camarero, era uno de los cabecillas de la huelga y durante varios días realizaron manifestaciones delante de los establecimientos de la Marina para que cerrasen sus puertas. Una vez terminada la manifestación y después de llamarnos a los clientes “esquiroles”, “fascistas” y otras lindezas, Harry se acercaba al Capri a tomar una cerveza y a su vez comentar, hacernos reír con las vicisitudes de la huelga y sobre todo a descansar de las caminatas que se pegaba pues padecía mucho de los pies. Auténticamente de sainete, pero muy democrático y civil a pesar de que la transición acababa de comenzar. ¡Cuánto tendrían que aprender los actuales piquetes que todo lo basan en la fuerza bruta! Toñito Osende, otro de nuestra pandilla, confeccionaba en varios idiomas, sobre todo en latín, griego e internacional de señales, una serie de carteles en los que se daba instrucciones a los clientes. Uno de ellos dio mucho que hablar: “Hoy cerrado porque me fui a pescar con Pepe”. En fin una auténtica coña marinera.

Luís tenía y tiene, una gracia innata y era un hacha en lo referente a buscar apodos para algunos de sus clientes. Así el bueno y entrañable amigo y camarada Jaimito Torrón era “el vio”; Osende “el papeles”, Eduardo “el cosita” (sería por la joroba); Pedro Rama “el vinagrillo”; otro que estaba medio loco “el roto”…

Pero lo más espectacular y entrañable, era, sin duda, los campeonatos de petanca que se jugaban los domingos por la mañana en el jardín de enfrente, al lado de la oficina de turismo. Venían equipos de Vigo, Pontevedra,Lugo, Ferrol, León y Asturias. El equipo coruñés estaba formado por el propio Luís, ; Manolo Ricoy; el brigada Castiñeiras y Fernando “el limpia”. ¡Que manera de jugar!. Eran francamente buenos y muy complicado el ganarles. Al final todos se reunían en el Capri a tomarse unas cervezas y a comer en franca camaradería. Todavía no existían los celtarras y los Riazor blues y la rivalidad entre La Coruña y Vigo se solventaba en las canchas de juego. Aquellos veranos Coruñeses con la postrera presencia de las motos de la escolta del Generalísimo; la batalla de flores; la comparsa de cabezudos; los helados de la Italiana; los pasteles de Dulcinea; los chapuzones en la Solana y esos recordados establecimientos donde tantos y tantos coruñeses se divirtieron, bebieron, ligaron e hicieron honor a la canción “Vivir na Coruña que bonito e”. Era una Coruña única y sorprendente.



Calin Fernández Barallobre