13/8/11

1850. La primera plaza de Toros de La Coruña

1850. La primera plaza de Toros de La Coruña.




Querido director: Ante la inminente nueva época del blog El Balcón de Marineda, te remito este artículo coruñés y taurino sobre la primera plaza de toros que tuvo La Coruña unos días después de finalizar la feria taurina de La Coruña 2011.

Independientemente de que existe una nítida información de que ya se corrían y lanceaban toros en los festejos del Voto a la Virgen del Rosario, con motivo del levantamiento del asedio por parte del pirata Drake, allá por el año de 1589 y que aquellos primeros festivales tenían como marco la Plaza de la Harina, fue el alcalde Juan Florez quien en 1850 dio el primer paso para establecer una feria taurina en nuestra ciudad, dentro de las fiestas de María Pita que él mismo creó y diseñó para atraer el turismo a La Coruña. Impulsó vivamente la construcción de una plaza de toros. Después de barajar diversos lugares para su ubicación, como el Campo de la Leña o el de Marte, se decidió situarla donde posteriormente estuvo la fábrica del Gas, es decir, en el corazón de la hoy tan traída y llevada calle de Juan Canalejo, junto al Corralón del viejo cuartel de Artillería de los altos de la pescadería, hoy Zalaeta. La plaza que se construiría en madera., se diseñó con capacidad para 10.000 personas. Era propiedad de un conocido industrial llamado José Agapito Ugarte y las obras estuvieron a cargo de un maestro apellidado Bermúdez. El pliego de condiciones detallaba que el ruedo tendría que medir 50 varas de diámetro. Debería confirmarse que llevaría barrera, contrabarrera, 20 gradas de tendidos y cuatro más cubiertas a modo de andanadas, con una barandilla de madera. También obligaba al empresario constructor a disponer de tres palcos, uno para la presidencia. Enfrente de la misma se colocaría un entarimado como lugar reservado para la banda de música, clarines y timbales. La Corporación Municipal se haría cargo del botiquín, que tendría que ser atendido por dos facultativos uno en medicina y otro en cirugía, un practicante, dos enfermeros y un local para enfermería con dos camas y una camilla. El Ayuntamiento, también acometería el enarenado del suelo y facilitaría las mulas necesarias para el arrastre así como personal de arreo. Por parte de la empresa se entregaría al ayuntamiento un monte o una dehesa donde pudiesen pastar los toros. El constructor se comprometió a dar una fianza de 40.000 reales, mientras que el Ayuntamiento aportaría 50.000, pagaderos en tres plazos, para usufructuarla.

El diez de julio de 1850, se inauguró la primera plaza de toros de la Coruña, actuando en los tres primeros festejos, el famosísimo, Francisco Montes “El Paquiro”, a quien acompañarían Julián Casas y Juan Jiménez.

Paquiro había revolucionado la fiesta, pues desde la desaparición de Pedro Romero, Pepe-Hillo y Joaquín Rodríguez “Costillares”, ningún matador había logrado encandilar de nuevo a la afición con sus magníficas actuaciones, llenas de valor, fuerza y elegancia, utilizando nuevos desplantes y adornos. Alumno de la Escuela de tauromaquia de Sevilla, creada a expensas del Rey Fernando VII en 1830, Paquiro, iba a tener como maestro al inigualable Pedro Romero. El alcalde Juan Florez, le remitiría una cordial carta agradeciéndole su resonante triunfo. Entre otras párrafos, decía el buen alcalde coruñés: “Con su actuación, usted ha dado una prueba evidente e incontestable de que en La Coruña pueden efectuarse corridas de toros tanto o más escelentes (sic) que las que se ejecutan en otras poblaciones en que la diversión ha formado ya costumbre. Me complazco en vista de tales resultados en dar a usted las merecidas gracias por haber dejado conocer sus acostumbradas serenidad, destreza y habilidad con que usted domina al toro más fiero y que tanto ha agradado al público coruñés”. Desgraciadamente, una año más tarde de su apoteósica actuación en La Coruña, Montes fallecería en Chiclana cuando contaba 46 años de edad.

En los siguientes años, los coruñeses se emocionarán con el toreo de figuras de la categoría de Francisco Arjona “Cúchares”, José Redondo “El Chiclanero” y Antonio Sánchez “El Tato” entre otros. EL Tato, aquel torero que levantaba pasiones y que el día 7 de junio de 1869, en una corrida en Madrid en la que se celebraba la aprobación de la Constitución, se encontró con “Peregrino” de la ganadería de Martínez que le asestó una tremenda cornada. Al no existir la penicilina, que tantas vidas salvó y salva, a El Tato, se le tuvo que cortar un pierna debido a la gangrena. A alguien se le ocurrió la morbosa idea de conservar en formol, la pierna de El Tato, que se exhibió en el escaparate de una farmacia que existía en la madrileña calle del Desengaño esquina a Fuencarral. Un incendio provocó la desaparición de la “reliquia” y más tarde, al levantarse el edificio de la Telefónica, la mencionada farmacia dijo adiós para siempre.

Volviendo a la primera plaza de toros coruñesa, apuntar que no tenía corrales y el ganado se dejaba pastar plácidamente en el monte del Martinete desde donde eran trasladados a la plaza. Las reses, para las primeras corridas del 10, 11 y 12 de julio, llegaron desde Colmenar Viejo vía Piedrafita del Cebrero, Portomarín, Cruces, Curtís, Crendes, Cambre, Anceís, Altamira, Sigrás, Alvedro y La Coruña, atravesando parte de Castilla y toda Galicia. Eran toros de la ganadería de Aleas.

Esos primeros festejos taurinos del verano coruñés de 1850 se producían en una ciudad que iniciaba la construcción de un nuevo muelle, del Cuartel de Atocha y del Hospital Militar; La Coruña se embellecía con nuevas plazas, parques y jardines; se creaba la Banda de Música del Hospicio, entre otras muchas mejoras. Pero sin dudas la labor más meritoria del alcalde Juan Florez, su proyecto estrella, fue dotar a la ciudad del ferrocarril. En compañía del ingeniero Juan Martínez Picavia mantuvo una denodada lucha contra tirios y troyanos por la construcción de la línea férrea La Coruña- Madrid a la que denominó “Príncipe Alfonso” Durante ocho años soportó la falta de apoyos oficiales así como una campaña de incomprensión de gentes sin visión de futuro que veían en la llegada del tren una desgracia para la ciudad. Afortunadamente sus tesis se impusieron y ocho años más tarde en 1858, la reina Isabel II, en su visita a La Coruña, colocaba la primera piedra de tan controvertida línea ferroviaria.

En 1900 la corporación municipal, bajo mandato del Alcalde Martínez Fontenla, acordó dar el nombre de una calle en la zona del ensanche a la memoria de Don Juan Florez. Hoy esta calle por su tráfico y comercio es una de las principales arterias de la ciudad.



Calin Fernández Barallobre

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